
Se cree que fueron los fenicios quienes lo trajeron de oriente hasta nuestras tierras. La ciencia lo bautizó con un nombre menos grato y poético, “Prunus amygdalus”. Para nosotros, almendro, ametller.
Muy utilizada en cosmética, medicina y , como no, en cocina. Se ha descubierto, y probado, que es eficaz contra la tos y la irritación intestinal. Su aceite remedia afecciones de la piel y quemaduras. Como fruto seco aporta energía y es antianémico.
Es, también, un elemento muy recurrente en las artes. Los primeros versos de un poema de Clara Janés me recuerdan mucho las golondrinas de Bécquer:
Llegarán los almendros en flor a tu ventana
Van Gogh los inmortalizo con su pincel maestro y son varias las leyendas populares que tienen al almendro como protagonista o como testigo de excepción. Se dice que en el lugar donde murió San Valentín, Julia, una joven ciega que vio el mundo a través de los ojos de San Valentin, plantó un almendro de flores rosadas. Pero esto lo reservo para el día 14. Otra leyenda recogida por Henri Pérès en su libro Esplendor de al-Andalus nos relata como
"Las blancas flores de estos hermosos árboles, que florecen en cuanto han desaparecido las heladas, reemplazarían para al-Rumaykiyya, la esposa adorada del príncipe, los copos de nieve que tanto había admirado un invierno en Sevilla".
En el cole tenemos un almendro que, dicho sea de paso, está precioso. Os dejo unas fotos.
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